Crónica de un Sueño

30 diciembre 2011


Se presenta difícil la tarea que me dispongo a cometer, pues resumir en unas cuantas líneas todo lo acontecido a lo largo de este año que termina es tarea ardua, aunque, no lo negare, también muy placentera. Hecho lavista atrás y me encuentro a un muchacho pegado a una mesa, con la vista cansada de tanto estudiar, pensando en lo que se le venía encima, sin poder siquiera imaginar la magnitud y el impacto real que tendría en su vida. Responsabilidades, oportunidades, diversión, sorpresas, libertad, amistades, cosas que podrían ser, otras que quizá nunca serían..., muchas eran las ideas que rondaban mi cabeza hace doce meses.

Los comienzos fueron duros, aunque es normal cuando estas en la recta final de una carrera y te has guardado el resto para sacarlo justo en ese momento. Menos mal que la proximidad de mi gran homenaje tras el MIR, que no era otro que mi anhelado viaje al país del sol naciente con casi el mismo recorrido de planificación que dicho examen, endulzaba esta situación y me daba fuerzas para seguir adelante. Llegó el día clave, uno de esos pocos días en la vida en los que el futuro está en tus manos y no puedes dejarlo escapar. Toda una cita con el destino. Superada la prueba, con los nervios aún a flor de piel y la digestión a medio hacer, me encontraba preparando la maleta y despidiéndome de familiares y amigos. Empezaba lo bueno. 

Bebiendo una cerveza Asahi en Tokio


Sobrevolando el monte Fuji me tuve que pellizcar un par de veces hasta darme cuenta de que estaba despierto y cumpliendo un viejo sueño de juventud que pensé nunca llegaría. No era un espejismo ni el fruto de vagas ilusiones, era real. El mayor gigante nipón nos daba la bienvenida al país de los dioses, el mito y el rito. Desde ese momento y en las semanas que siguieron no deje de gozar un solo instante, excepto por la amargura y sufrimiento que el terremoto causó. Subimos montañas, descansamos en templos, conquistamos volcanes, cruzamos el mar interior, visitamos castillos, exploramos bosques, recreamos batallas, sobrevivimos a la nieve, degustamos su cocina y paladeamos la cultura, compartimos licor y amistad, nos unimos en la tragedia. Sin equivocarme puedo afirmar que es, y probablemente siempre sea, el viaje de mi vida.

Despidiéndonos de Japón


Vuelta a España, reencuentros, abrazos, elección de plaza (Digestivo en Guadalajara, no suena mal) y la perspectiva de una nueva aventura en el horizonte. En esta ocasión un circuito por las capitales bálticas con mis compañeros de carrera. Lo pasamos genial y no faltó a su cita la pequeña dosis de emoción que supuso el incendio de nuestro albergue, aunque eso sí, esta vez sin tener que lamentar víctimas. Fuimos como una familia, cada uno con nuestras... cosillas.

Se acabaron las vacaciones y me incorporé al hospital. Comenzaba mi vida laboral. Nuevas amistades y perspectivas, el mundo no dejaba de girar. Sobreviví a la primera guardia. El canto de la cigarra me consolaba en mi soledad veraniega mientras me entregaba a cuentos y fantasía que por desgracia se quedaron solo en eso. Entonces Almuñecar y mis "compaes” llegaron al rescate sacándome de mi pequeño letargo, el blog volvía con fuerza y yo no paraba de sexitanear.

Pasaban los meses. Lo que en principio iba a ser un viaje de andar por casa se convirtió por sorpresa en la continuación de mi enamoramiento asiático. La China colonial, con Hong Kong a la cabeza, me esperaba. Cumplió todas las expectativas e incluso nos dio más de lo que esperábamos. Si a todo le sumamos un poco de calor en pleno otoño europeo creo que no se puede pedir más. Por desgracia en la distancia una nueva desdicha se cruzaba con mi aventura, aunque por suerte tuvo un final feliz.

Templo en Guangzhou


 Y ahora aquí me encuentro, soñando despierto a pocas horas de acabar este año de contrastes, aventuras, familia y amigos, pues no olvidemos que todo esto pierde su sentido si no tenemos con quién compartirlo. Por eso quiero dar las gracias a todos los que han estado cerca de mí, tanto en los momentos buenos como en los de flaqueza, a los lectores de este blog por ser incentivo e inspiración de muchas líneas, a mis colegas del hospital por enseñarme tantas y tantas cosas, a mis compañeros de viaje, en especial a José y Samuel por atreverse a acompañarme hasta tan lejos y compartir momentos únicos, a mis padres y hermano, por aguantarme durante el MIR y tantas otras cosas, y sin los que nada merecería la pena.

Muchas gracias de todo corazón. Espero que en el año que se avecina los sueños de todos se sigan cumpliendo y que podamos seguir compartiendo esta amistad y ganas por vivir y viajar que nos guían.

Mis mejores deseos para 2012. ¡Besos y abrazos!


Rodrigo Borobia de médico


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