El silencio de la memoria

09 agosto 2012

Probablemente muchos recordareis el famoso cementerio militar de Normandía, sobre todo a tenor de haber sido retratado en varias películas de las últimas décadas así como apariciones ocasionales en noticiarios y documentales. Ignorante de mi, pensaba que era el único de su clase en Europa, hasta que preparando el viaje a Luxemburgo descubrí, tristemente, que había otros. La Segunda Guerra Mundial es un tema que me interesa especialmente, así como los años que la precedieron y los que siguieron a la tragedia, hasta el punto de considerarla fundamental para entender la evolución del mundo en posteriores décadas. Pese a desconocer cómo reaccionaría inscribí la visita en la lista de imprescindibles, no podía dejar pasar la ocasión. 

Tumbas del cementerio de Hamm en Luxemburgo


En las proximidades de la capital luxemburguesa se encuentran dos cementerios militares, uno americano, conocido como cementerio de Hamm (el segundo más grande fuera de EEUU por detrás del de Normandía), con más de cinco mil almas y otro alemán con el doble. Los cuerpos enterrados corresponden en su mayoría a los soldados caídos durante una de las ofensivas más duras del conflicto tras el desembarco, la Batalla de las Ardenas, que tuvo lugar en el duro invierno de finales de 1944 y principios de 1945 en la región del mismo nombre. De este episodio prefiero hablar en entradas venideras, pues hoy quiero recordar la paz y olvidar la guerra. Entre los yacentes destaca uno por encima del resto, no por mayor valor o entrega, que es similar a la de sus acompañantes, pero sí por nombre e importancia, el general supremo del tercer ejército estadounidense, George S. Patton. Falleció en acto de servicio por un accidente de coche en Alemania a finales de 1945, con la guerra ya terminada. Cumpliendo su deseo, fue enterrado junto a los hombres que habían caído luchando a su lado.


Tumbas del cementerio de Hamm en Luxemburgo


Al entrar en el americano encontramos un par de mapas explicativos sobre la batalla y el avance de los aliados. Entre ellos un túmulo con la figura de una dama representando la libertad alberga una pequeña capilla. Giro y encaro el páramo verde moteado con miles de estacas marmóreas, cruces en unas, estrellas en otras. Cojo aire hondo, se me eriza el vello, reflexiono presto. Realmente es un remanso de paz, solo la naturaleza tiene autoridad para alzar la voz. Camino junto a las tumbas, me pierdo entre ellas buscando los restos de Patton hasta que logro encontrarlos, como no podía ser de otra forma, a la cabeza de su ejército.


Tumba de Patton en el cementerio americano de Luxemburgo

Con el sentimiento todavía a flor de piel subimos al coche y guiados por varios letreros llegamos al alemán. La entrada y el conjunto son bastante más sobrios. Superada la puerta de piedra un breve paseo por el bosque conduce al corazón del campo santo. En este caso cada cruz lleva marcados los nombres de cuatro soldados. Una de mayor tamaño las contempla a todas. La luz se filtra entre los árboles que las resguardan y el silencio vuelve a ser designio del lugar, recordando el horror pasado para evitar que se repita en el mañana.

En la guerra no hay vencedores, solo vencidos.

Cementerio aleman en Luxemburgo


Cementerio aleman en Luxemburgo


Entrada al cementerio aleman en Luxemburgo
Entrada al cementerio aleman en Luxemburgo

Entrada al cementerio americano en Luxemburgo
Entrada al cementerio de Hamm

Mausoleo del cementerio de Hamm
Mausoleo del cementerio de Hamm

4 comentarios :

  1. De lo mejorcito que has escrito! Pilla inspiracion para el libro.

    ResponderEliminar
  2. Si, realmente impactante. Viendo las imágenes hasta sobran las palabras.

    ResponderEliminar
  3. Y Jose, gracias por tu comentario, que y los echaba en falta por aquí. A ver si me pongo, que desde que volvimos no lo he tocado...

    ResponderEliminar